jueves, 16 de febrero de 2012

Shiva













Conocí a Shiva por casualidad. Estaba visitando centros psiquiátricos en mi última visita a la India cuando la descubrí. Tenía los ojos perdidos en el horizonte y llevaba siempre consigo una chaquetita bastante sucia y deteriorada. Al principio, cuando la vi mirando a través de la ventana, no le di mayor importancia, hay tantas personas con la mente perdida que lo más lógico es que su mirada se pierda por las paredes de las estancias, por los techos, por los suelos o simplemente a través de una cristalera.
Al entrar al recinto acompañada por uno de los médicos que trataban a los pacientes pude comprobar el deterioro de las paredes, la pintura se iba cayendo, los marcos de las ventanas, de madera, estaban llenas de hendiduras por las que se colaba el agua cuando llovía. El despacho de este médico no era mucho mejor, cuando le tocaba hacer guardia, su cama no era más que un somier con patas y un colchón bastante desgastado. Me contó que reciben muy pocas ayudas, si acaso de algún organismo extranjero y ninguna del gobierno de su propio pais.
-Se han olvidado que estos enfermos también son personas. La mayoría de los enfermos son mujeres que enloquecieron por el sufrimiento que la sociedad y sus costumbres les obligan a tener- me dijo.
Después de mostrarme las diferentes estancias e invitarme a un delicioso té de orquídea y caléndula, me mostró las salas donde se ubicaban los enfermos cuando no están en sus habitaciones y allí estaba Shiva. Era una muchacha joven de 20 años, muy bonita a pesar de su rostro inexpresivo. Su historia era triste, como la de tantas y tantas mujeres en La India.
Su único delito era haber dado a luz hembras.
Se casó a los 15 años con un vecino de una aldea próxima a donde vivía con sus padres y aunque al principio su marido no le prestaba demasiada atención ella fué acostumbrándose. El quería hijos a toda costa, cuanto más pronto mejor ya que el tener hijos era un "salvoconducto", una fuente de ingresos para las familias. En la cabeza de su marido no entraba la palabra hija, solo hijo, muchos hijos, "las hijas no sirven para nada, solo para cargar con ellas, no hay más que verte a tí, solo sirves para hacerte hijos" le solía decir él con frecuencia. La vida de Shiva no era un camino de rosas, su marido pasaba gran parte del día trabajando por lo que ella estaba sola mucho tiempo, a veces volvía para comer y cuando esto ocurría Shiva ya sabía cuál era el postre que el quería tomar. Era una especie de esclava en su casa aunque ella sabía que no tenía ningún derecho a llamarla así puesto que para las mujeres no había nada, tan solo tenían el derecho a satisfacer a sus maridos cuando y como quisieran, sin protestar. Su marido empezaba a impacientarse cuando pasados 3 meses de la boda Shiva no se quedaba embarazada, por lo que empezaba a obsesionarse y la obligaba a tener sexo con él varias veces al día. Para Shiva esto era una tortura pués la falta de apetencia hacía que las relaciones fuesen dolorosas y desde luego nada placenteras puesto que él nunca se preocupaba de que ella disfrutase. Tuvieron de pasar otros 3 meses para que Shiva por fin se quedara embarazada, entonces su vida mejoró un poco, él ya no la presionaba tanto y cuando quería sexo había maneras de aliviarse, siempre había alguna mujer dispuesta por unas rupias a satisfacer cualquier necesidad y parece que le debía gustar bastante ya que a ella durante todo el embarazo no la tocó.
Para suerte de Shiva dió a luz un niño bastante sano aunque muy delgadito. Cuando el niño tenía un mes de vida, Shiva volvió a quedarse embarazada ya que su marido no quiso guardar los días necesarios de cuarentena. El embarazo volvió a pasarlo tranquila y cuando llegó el momento de su vientre no salió una criatura sino dos pero desgraciadamente eran dos niñas. Su marido encolerizó y le pegó dos bofetadas, decía que era culpa suya, que no valía para nada. Shiva solo veía dos niñitas preciosas, con los ojos muy abierto. Su marido le dijo que las observara bien porque no las volvería a ver. Salió de la cabaña y Shiva trató de incorporarse, sabía perfectamente lo que aquello significaba, su marido iba a deshacerse de las niñas y ella no quería, eran sus niñitas, desgraciadamente para Shiva y sus hijas era tarde, ella estaba muy débil, había perdido mucha sangre durante el parto y no tenía casi fuerzas para sostenerse.
Su marido volvió al cabo de pocos minutos, traía una tela de lona, muy sucia, cogió a las niñas y desapareció con ellas. Shiva lloraba, suplicaba, gritaba pero nadie la socorrió, nadie se apiadó de ella, aqui todo el mundo oía, veía y callaba.
Shiva nunca supo que fué de sus hijas, solo entendió que algo dentro de ella se había roto. Pasaron los días y se convirtió en una autómata, ni siquiera se enteraba cuando su marido la forzaba, no sentía, no padecía. Su marido pasado un tiempo la repudió, La abandonó a su suerte en un bosque y un sacerdote la encontró vagando, agarrada a esa chaquetita y la trajo hasta aquí, desde entonces no hemos sido capaces de sacarla de ese estado.
-¿Y a su marido, no le pasó nada por hacer desaparecer a sus hijas?-pregunté yo.
-Aquí, en este país, las hijas son un estorbo, piensan que no sirven para nada, ya que quién lleva la voz cantante y por quien se paga en lo que se conoce como dote es por los hijos. Es muy difícil cambiar costumbres, pensamientos, no se dan cuenta que sin las mujeres no habría vida, solo ven lo que quieren ver... pero si hay padres que cambian el sexo a sus hijas hacia el año de vida y las hormonan para convertirlas en hombres, ya sabiendo eso, que vamos a esperar- contestó el médico resignado.
Me quedé muy pensativo y atónito, no podía creer lo que estaba oyendo. Salí de allí apesadumbrado, impotente por no poder hacer nada por Shiva y sabiendo que su vida sería siempre un viaje por su confusa mente.

10 comentarios:

  1. Hola Rosi, nena así de dura es la vida para mucha gente, cuando hablan de que este país llamado España está en crisis, me descojono....tu relato si que es fuente inagotable de crisis, injusticias...lo peor es que el relato es real..
    Gracias guapa, pasa buen día, besos de comadres...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola mi querido poeta, lo que ocurre es que lo que de verdad nos duele es lo que nos toca pero tú lo has dicho, hay millones de injusticias y este relato es una pequeña muestra de lo insensato que se puede llegar a ser y sobre todo en lo cruéles que podemos llegar a convertirnos.
      Besos carnavaleros.

      Eliminar
  2. Siempre digo lo mismo, la verdadera revolución pendiente en este planeta es la revolución femenina de culturas como esta donde las mujeres siguen siendo meras espectadoras de la vida y las suyas no tienen valor
    Me ha gustado cielo enhorabuena
    Un beso

    ResponderEliminar
  3. Hola 40, ¡hay tantas cosas que deberían cambiar!. Un besito.

    ResponderEliminar
  4. Uf, que duro tu relato Rosi, desgarrador y cruel. Leyéndolo me he dado cuenta de que hay muchos planetas por ahí, pero todos están dentro de este.
    Nos queda mucho camino por delante.
    Un abrazo, y gracias por este buen trabajo. Un placer.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Angela, parece todo tan lejano, ¿verdad? y sobre todo tan de otros tiempos que nos parece irreal lo que ocurre en otros lugares del mundo, pero desgraciadamente hay prácticas y costumbres que siguen ahí.
      Besitos.

      Eliminar
  5. des occidente, desde un sillón con todas las comodidades del mundo que lejos nos parece lo que narras, y sin embargo a pesar de que creamos que es como una película, es algo tan real tan duro que estremece y duele, ojala algun dia podamos decir que ya no quedan mas Shivas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Nicolás, así es, podría ser una película, un libro, pero no, habrá tantas mujeres sometidas que no podríamos acabar de contarlas.
      ¡Ojalá llegue algún día ese día!.

      Eliminar
  6. Muy bueno!!!... y digo bueno por la fuerza de tu denuncia. Si cada uno de nosotros hicieramos lo que haces nuestro mundo seria un poquito mejor.

    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Gil, mi denuncia tiene mucho de otras denuncias. Hechos que ocurren en otros lugares y que otras personas nos muestran a diario con su trabajo de información. No se si contribuyo o no pero solo el día que tomen conciencia quienes comenten estos deplorables actos podremos decir que el mundo ha empezado a cambiar.
      Un saludo-

      Eliminar