lunes, 26 de septiembre de 2011

Ermitaño
















Ermitaño,
sin más patria que mi mente,
sin compañía de gentes vacías,
ya no me atrapa la melancolía.
No quiero más frío ni indiferencia,
ni vaivenes en la inconsciencia,
quiero hilvanar amaneceres
Llenar el aire de sutilezas,
dormir sereno en la noche,
sin temblar nunca más por miedo.
Rehuir tus dulces afanes
que acababan en mi costado
a través de tu mirada furiosa.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Diablo














Anda buscando el fuego
viajando por algún lado,
recorriendo los caminos
sin saber del mal ni del bien.
Imaginando otras dimensiones
en las garras del destino,
criando cuervos por amigos,
pululando por las luces que titilan,
que hipnotizan y seducen
viviendo sin ley ...
la ley es él.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Ya no hay reflejo















Te perdono tus propias heridas,
al fin sé que desandaré el camino.
ya no vendrás robándome la vida
ni me quitarás la savia en un instante.
Mi corazón nunca se rindió,
tan solo perdió la ilusión,
ya no hay miedo a que penetres en mi piel,
no voy a mirar atrás ni a perder mi esencia
¡no ... ni un día más!.
Cuantas veces miraba el reflejo en el espejo,
soñar no cuesta nada,
y esperaba pintando estrellas en mi cuarto
viendo pasar las hojas del calendario,
imaginando a oscuras,
tus ojos ... tu voz.
Esperaba ....
y cuanto más esperaba mirando el reflejo
más se quebraba en el recuerdo
tomando distancia ... volviéndose añejo.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Camino al desaliento












Mara veía resignada como Juan hacía las maletas. Aparentaba tranquilidad pero en su interior todo su ser era un mar de dudas. Tenía una mezcolanza importante de sentimientos, bueno y malos, todos unidos. Era normal, nunca se había visto en esta situación hasta el día de hoy.
Llevaba varias semanas intentando asimilar la situación y creía que más o menos la tenía, pero hoy, cuando por fin llega el día, algo en ella se niega a que esa sea la realidad de Juan.
Juan la mira de vez en cuando. Tiene el semblante serio, sabe que el camino, al menos durante los próximos meses va a ser duro. Va a tener que estar solo sin el abrigo de Mara, sin su voz, sin su presencia. Prefiere no pensar demasiado en ello, aunque es optimista y se ve capaz de desenvolverse bién.
Posiblemente lo que peor lleve sea el estar solo al llegar a casa, no oir ni una sola voz, ni un solo ruido, solamente, el que pueda venir de la calle y no será mucho ya que se va a un lugar bastante tranquilo, un pequeño pueblo alejado de la ciudad.
-Voy a echarte mucho de menos. Entrar en el cuarto y verlo sin vida me va a costar.- dice Mara.
-Ya... lo sé... pero sabes que no hay otra cosa y tengo que ir. Yo también preferiría quedarme pero las cosas no se pueden demorar más.
Mara asiente resignada con la cabeza.
-Juan, abrígate bien cuando salgas a la calle. Ya empieza a refrescar y mira por el dinero por favor, que igual que viene se va. Ya sabes lo que te pasó la otra vez.
-Lo se, no te preocupes. Esta vez seré mas prudente.
Juan termina de hacer las maletas.
-¿Llevas la cartilla del médico?.
-Si.
-¿Y los guantes y la bufanda?, ¿los metiste en la maleta?.
-¡Que sí, tranquila!.
-¡Uff! ... sí, ya sé que soy una pesada pero no quiero que te olvides de
nada, que no puedes dar la vuelta.
- Lo tengo todo - dijo Juan armándose de paciencia.
Una vez hechas las maletas, Juan se vuelve para mirar su habitación, intentando controlarlo todo para que no halla ningún olvido desafortunado. Coge a Mara por los hombros y salen al pasillo.
Empieza entonces el ir y venir de bolsas y maletas, entradas y salidas de la habitación para meterlo todo en el coche.
Mara respira hondo, intenta sonreir, no quiere que note lo mucho que le cuesta separarse de él.
-Bueno, ya está-dice Juan con aire triunfal.-Es hora de irse.
-Sí, conduce con cuidado, te quedan unas cuantas horas de camino. No tengas prisa, que nunca es buena consejera. ¿Has metido un parágüas en el coche?.
-¡Ay no! ... ¡Que haría yo sin tí!- y se echa a reir.
-Venga, métete en el coche ¡yá!
Los dos se miran, saben perfectamente lo que significan esas miradas. Juan sonríe, quiere que lo vea irse así, Mara intenta controlar el nudo que se le está poniendo en la garganta y que anuncia un mar de lágrimas.
Se dan un beso y un último adiós.
-Mamá, estate tranquila, estaré bien. Cuando llegue te llamo.
-Vale cariño, se que serás fuerte y podrás con lo que te echen.
Mara quería infundirle ánimos pero sabía perfectamente que donde iba no le resultaría precisamente un camino de rosas.
Un último beso antes de la partida.
Juan se va, a enfrentarse a la vida. Mara vuelve a sentir ese mar de dudas y se repudia a si misma en ese momento por no haber podido darle un mundo mejor.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

¿Dónde está el norte?













Maite era de esas personas triste y tremendamente negativa aunque siempre sonreía, al menos, al mundo que la veía pasar por que Maite no disfrutaba de la vida. Su tristeza había hecho que todo en ella se convirtiera en fantasía.
Acostumbraba a hablar sola imaginandose en mil y una historias, unas veces con final felíz, otras en cambio terminaba llorando, poseida por esa historia que empezaba en su cabeza y terminaba en su piél.
Desde niña se había sentido aparte de todo el mundo, ni siquiera tenía confianza con su propia familia. Bueno,con todos no, había una persona con la que ella se sentía muy cercana y era con su abuela materna, Rocio se llamaba la señora.
Maite recordaba como pasaba todas las tardes con su abuela y como todas las noches volvía la misma pesadilla, el regreso con sus padres a casa. No quería. Deseaba quedarse con ella para siempre y el suplicio y tortura a la que se sentía sometida cada vez que debía alejarse de ella aunque fuese por unas horas forjaron su caracter triste.
Su abuela se desvivía por ella, era su niña, por eso cuando enfermó hasta el punto de necesitar vigilancia médica constante a Maite se le cayó el mundo a los pies. Se daba cuenta que el tiempo pasaba y que pronto pasaría a ser sólo una presencia en sus recuerdos.
Desde entonces Maite se había vuelto más retraida y alimentaba sus emociones con historias únicas en la que todos sus protagonistas bailaban al son que ella tocaba. Había encontrado de pronto una amiga en la que refugiarse, una amiga que siempre la acompañaba, que siempre quería estar a su lado.
Empezó a convertir su mundo en historias que alimentaban su alma y según tuviese el día podría ser la mujer perfecta o la mujer deseosa, la mujer fuerte o la mujer dócil. Podía ser incluso la geisha de los anhelos. Perdió la noción del tiempo poseida por sus inquietudes y perdió el norte cuando su mente ambiciosa quiso más y más.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Remiendos














Cuento las horas que no estuve a tu lado,
saborear el beso que nunca te pude dar,
atreverme a pensar si era lo correcto
para no ahogarme en ese mar de tu mirada
por cobarde perdí el momento
y me dejé batir en retirada.
Que absurdo pensar que siempre fuí tuya
en esa noche que pudo ser de los dos,
el hechizo duró, lo que dura la cordura
y la mañana finalmente acordó
lo que siempre habría de callar.