miércoles, 7 de septiembre de 2011

¿Dónde está el norte?













Maite era de esas personas triste y tremendamente negativa aunque siempre sonreía, al menos, al mundo que la veía pasar por que Maite no disfrutaba de la vida. Su tristeza había hecho que todo en ella se convirtiera en fantasía.
Acostumbraba a hablar sola imaginandose en mil y una historias, unas veces con final felíz, otras en cambio terminaba llorando, poseida por esa historia que empezaba en su cabeza y terminaba en su piél.
Desde niña se había sentido aparte de todo el mundo, ni siquiera tenía confianza con su propia familia. Bueno,con todos no, había una persona con la que ella se sentía muy cercana y era con su abuela materna, Rocio se llamaba la señora.
Maite recordaba como pasaba todas las tardes con su abuela y como todas las noches volvía la misma pesadilla, el regreso con sus padres a casa. No quería. Deseaba quedarse con ella para siempre y el suplicio y tortura a la que se sentía sometida cada vez que debía alejarse de ella aunque fuese por unas horas forjaron su caracter triste.
Su abuela se desvivía por ella, era su niña, por eso cuando enfermó hasta el punto de necesitar vigilancia médica constante a Maite se le cayó el mundo a los pies. Se daba cuenta que el tiempo pasaba y que pronto pasaría a ser sólo una presencia en sus recuerdos.
Desde entonces Maite se había vuelto más retraida y alimentaba sus emociones con historias únicas en la que todos sus protagonistas bailaban al son que ella tocaba. Había encontrado de pronto una amiga en la que refugiarse, una amiga que siempre la acompañaba, que siempre quería estar a su lado.
Empezó a convertir su mundo en historias que alimentaban su alma y según tuviese el día podría ser la mujer perfecta o la mujer deseosa, la mujer fuerte o la mujer dócil. Podía ser incluso la geisha de los anhelos. Perdió la noción del tiempo poseida por sus inquietudes y perdió el norte cuando su mente ambiciosa quiso más y más.