sábado, 6 de agosto de 2011

Vida













No sé si es el momento. Algo dentro de mí se expande. Un liquido viscoso fluye. Creo que es un aviso. Quiere que me ponga en marcha.
De momento nada se altera,no hay dolor, solamente preguntas sin respuesta.
Voy al baño, sí necesito ir al baño.
Empiezo a preguntarme si debería decir algo o callarme.
Aviso, sí será mejor que avise.
Me ducho en un momento. Me preparo. Me visto. Creo que ahora si es su momento (y el mío claro).
Nos vamos.
Sigo sin dolor, ni una sola molestia y una serenidad se apodera de mí. No pienso en nada. No tengo miedo. Una mujer con bata me conduce a otra planta y siento un grito. Un grito lleno de dolor, de angustia y mi mundo de algodón se desmorona. De repente tengo miedo. Quiero salir de allí. No se donde me he metido.
Me conducen a una sala donde en una cama me ponen una ropa para que me cambie y empiezan a pasar los minutos y las horas.
De vez en cuando vienen a visitarme, a controlarme y me hace "gracia" los improperios que una mujer dedica a su aún no nacido hijo. Menos mal que ella es su madre y a fin de cuentas lo que ella dice sólo a ella atañe.
Yo sigo a lo mío aunque después de unas cuantas horas y visitas de cariñosísimos familiares empieza mi trabajo y empieza a ser duro.
De mi boca no sale ni un solo grito, ni un solo mal pensamiento. Me doblo en las interminables horas que parecen no pasar sobre mi misma.
Espero pacientemente a que llegue la hora en que ella dijo que aliviaría mi sufrimiento pero se alarga la cosa.
Por fín, al fín se acuerdan de que sigo aquí. Me llevan. Ahora si me llevan a un lugar donde habrá vida en la inconsciencia. Donde me dejaré hacer mientras tengo un plácido y reparador sueño. Donde lucharemos con ganas él y yo. Donde las primeras manos que sienta no serán las mías pero serán aún más expertas y llorará. Seguro que llorará por que estará lleno de vida.
Me ahogo. Siento que me ahogo una y otra vez pero no es real. Es uns simple consecuencia del devaneo que me traigo con lo real y lo irreal.
Veo a alguien sentado pero no es nadie que conozco, solo alguien que controla mi vida, mi estabilidad.
Por fín en mi cama, en la que pasaré unos días. Sigo yendo y viniendo a ratos aún y sé que están conmigo. Ahora si están ahí. Siento como hablan pero yo no digo nada. Necesito despertar del todo.
Todo ha ido bién.
Es un niño sano, fuerte, precioso. Eso es lo que me dice mi cirujana y yo me lo creo.
Todos lo conocen menos yo pero me levantaré. Me sobrepondré a mi dolor y debilidad y lo conoceré.
Lo veo. Sonrío. Es mi niño.