jueves, 6 de mayo de 2010

Estelas













Dormir y no despertar
hasta mucho tiempo después,
descansar de ese dolor que le desboca,
que arremete en oleadas,
y le arrastra,como la marea
arrastra la botella que se lanza,
hasta llegar a algun lugar desconocido
sin saber quien es su dueño,
sin saber cual es su destino,
sin saber que fé movió la mano
que titubeante escribe
sin saber muy bien como expresarse
sólo es desahogo,sin afán,
sólo es escribir al aire
que no le puede contestar.
Los recuerdos se agolpan en su pecho
y taladran su memoria,
se vuelven rencor,desidia y amor,
amor desesperante,
aquel al que sucumbió
el que le hizo preso en vida
aquel que ya no pudo olvidar.
Pasando y pasando los días,
se vuelven monotonias
que trasfunde en un cristal
lleno de polvo y telarañas,
aquellas en que convirtió su malvivir.
Su casa no es más que el refugio de la lluvia
en días melancólicos
aquellos en los que esa humedad
no le deja salir a respirar
por que todo le da igual
sólo vive para recordar
aquello que se lleva el mar.