sábado, 4 de diciembre de 2010

Consagrarse











Que dulce eres mi amor,
invitas a soñar despierta,
acaricias con tus palabras erizándome,
y haciéndome desear tus brazos cada noche.
Perderme en tu cuerpo salvaje,
prenderme de fuego,
abrasarme por dentro,
ser arrastrada al abismo,
al centro del volcán
que bulle sin descanso.
Quiero la lengua de fuego
que recorre sin pausa,
sin tregua,
que dirige sin desfallecer
como capitán que dirige su tropa
a un lugar seguro,esperando,
acechando,
buscando el momento oportuno
para vencer al enemigo.
Dame el agua viva,
la que ansío para sobrevivir,
en este mundo de satisfacciones,
en este incierto que conviertes
cada intento,cada rumor.
Dame la pócima,
la dosis exacta para no esclavizarme,
dame poco a poco tu oasis,
tu remanso de paz
para volverme inmortal.