sábado, 1 de marzo de 2014

¡Absurda vida, maldita vida!

Destrucción y más destrucción, esto es lo que los ojos de Almeba veían.
Estaba aturdida, no entendía nada. En su mente confusa todo era gris y megro.
Le dolía la cabeza y le resquemaba muchísimo su pierna izquierda.
Intentó incorporarse pero su tambaleo la devolvió al suelo -¡Ayy!- otro rasguño, esta vez en su brazo derecho.
Miraba a un lado y al otro y no veía más que cascotes, piedras, chatarra, madera partida, polvo y humo. Se miró y vió sus ropas, ahora tan solo harapos manchados -¡Dios mio, estoy sangrando!-. Ahora si, ahora empezaba a comprender. Su mente confusa empezaba a ordenar las cosas en su cabeza.
Un grito atronador la sacó de sus pensamientos. Instintivamente empezó a sacar los escombros en que se había convertido su casa, su hogar. -¿Donde estás?-. Sacaba piedras y madera, arañando, ahoyando, apalancando.
Su voz salía de su garganta despavorida, no podía parar. El miedo la estaba azuzando.
-Cariño, ¿dónde estás? ¡POR FAVORRRRRRRRR ...!.
El bebé, solo tenía cinco meses y no conseguía encontrarlo. -No puedes estar ..., no, no, no lo diré, está bien, solo está inconsciente. Te dejé en tu cunita, dormidito, te había cantado esa nana que tanto te gusta y sonreías , soñabas en paz.
-¡NO TE ENCUENTRO!.
Almeba vió a alguien que se acercaba, salió a su encuentro desesperada:
-Por favor, no encuentro a mi bebé, ayúdame.
Eldaro, echó a correr y ayudó a Almeba, pronto todo se derrumbó en la mente de ambos. Allí, entre todas esas piedras apareció su manita, con delicadeza desescombraron alrededor del pequeño pero... todo era inútil, estaba ... -No, no lo digas!, solo duerme ¿no lo ves? le he cantado la nana que tanto le gusta y duerme plácidamente.
Eldaro, cerró los ojos, suspiró y brotaron, claro que brotaron, a mares. Ël también había perdido todo. Todo lo que amaba. Todo por lo que merecía la pena luchar. Perdió a su madre, a su hermano, a su mujer y a su hija. Todo de un plumazo, sin tregua, sin esperas, sin demoras... Sin avisos y ahora ese bebé.
¡Absurda vida! ¿para qué nos la das? ¿para qué nos haces sufrir al venir al mundo y después nos sigues haciendo sufrir?.
-¡Vámonos!.
-¿Adónde?- dijo Almeba.
-A dejar descansar a tu hijo y nosotros a olvidar.
Eldaro se quitó la chaqueta, se la pasó por los hombros a Almeba y se encaminaron al barranco de Vindico.
La guerra acababa de empezar y ya no les quitarían nada más, ahora decidían ellos.
"¡Absurda vida, maldita vida!.