domingo, 2 de octubre de 2011

Linda














Me llamo Linda. Cuando solo era un bebe de apenas 1 o 2 meses fuí adoptada por una família con 3 hijos. Sé que la madre se fijó en mí por que era un bebé precioso. La verdad es que no tengo recuerdos de ese momento. Será porque era demasiado pequeña para poder hacerlo.
Mi vida se puede decir que era bastante cómoda,solían salir a pasear conmigo todos los días mis hermanos, la que más me paseaba era María, que era la hija segunda del matrimonio, aunque la mayor Renata también lo hacía.
Con el tiempo, dejaron de verme como un juguete, me iba haciendo mayor.
Llamaba mucha la atención porque era muy bonita. Todos en el barrio me conocían.
Siempre me cuidaron mucho, estaban atentos para que ningún galán de tres al cuarto pudiese tener algo conmigo y yo coqueta y pizpireta me movía con unos coquetos pasos que a más de uno hacía que se girase para mirarme.
Mamá tenía unos conocidos que también habían adoptado y un día me dejó en casa de ellos y bueno ... en el baño ... pués ... sucedió algo. Bueno, vosotros ya me entendeis.
Al cabo de un tiempo descubrieron que estaba embarazada. No me dijeron nada, no me riñeron, no me gritaron, no me pegaron, todo lo contrario, me cuidaron. Cuando llegó el momento, que me pilló en casa por cierto, tuve a mis hijos, que fueron varios ¡menuda puntería!. Yo estaba agotada pero muy contenta. Mamá nos acomodó a todos pero no veía en ellos una alegría desbordante, sobre todo en Renata que me miraba siempre con tristeza y aunque intentaba averiguar porque, nadie soltaba prenda.
Una mañana en la que estaba profundamente dormida, extasiada de tanto cuidar de mis hijos, desperté y vi que no estaban. los busqué por toda la casa pero nada encontré. Al cabo de un tiempo, no se si corto o largo, Renata entró en casa, fuí corriendo hacia ella intentando averiguar que pasaba, donde estaban mis niños pero vi tanta tristeza en sus ojos que sabía que algo malo había pasado. No pregunté, me tumbé mirando a ninguna parte, ya no quería saber pero Renata entre lágrimas y acariciando suavemente mi cabeza me contó que ellos, mis niños, mis pequeños, habían sido adoptados. No quise oir nada más, desde aquel día me volví más arisca, intentaba no pensar en ello, seguir con mi vida y tener tranquilidad pero ya nunca más sería lo mismo.
Pasaron unos años más y me fuí a vivir a otro lugar. Ya nunca supe más de ellos. Estoy segura que Renata pensaría en mi más de una vez y María seguro que me echaría mucho de menos pero la vida es así, a veces muy injusta.
Hoy ya desde el cielo, ese en el que están las almas nobles he descubierto que a pesar de lo que llegué a sufrir en un momento dado fuí un ser privilegiado, di con una familia que me cuidó y atendió y aunque a veces los quehaceres y relaciones de todos ellos hacían que no siempre pudiese estar acompañada, se que he dejado huella en todos ellos, sino hoy no estaría contando esta pequeña historia.
Hoy esta pequeña pekinesa de nombre Linda ya no sufre, está en el cielo de los perros y desde aquí de vez en cuando, les envío un cariñoso ladrido para que nunca me olviden.