domingo, 5 de junio de 2011
Lasitud
Mendigo oculto de tus palabras,
delirantes, que entremezclan el yugo,
de tus vaivenes y quereres.
Taciturno y renqueante,
vislumbro tus caprichos
en tardes y noches.
Aprietas a tu antojo tu celosía
y yo quedo renunciado,
desposeido de todo honor.
Emites tus voluntades
y yo soy pasto fácil del fuego
que emiten tus pensamientos.
No quiero ser el ermitaño
que antaño era mas principe,
para convertirse en vulgar mendigo.
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Hola nena,la libertad no puede ser subyugada bajo ningún subterfugio,ni colocada en posición subyacente,en si todos buscamos nuestro dorado pénsil,escapando de nuestra propia ondina....buen día, gracias, besos sustraidos...
ResponderEliminarHola cielo, ojala todos tuviesemos un dorado pensil en vez de sumergirnos para acompañar a el legendario ondina.
ResponderEliminarBesitos.
Increible como juegas con las palabras para formar esos poemas que nos arrastran a tu mundo de ensoñaciones
ResponderEliminarGracias Nicolas, me halagas.Encantada de verte por aquí.
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